Taller de pintura algunas tardes

Coordinado x Inés Beninca

Las pinturas cuentan con áreas de encuentros y de separaciones. Son superficies que se rozan, que acariciamos con el pincel o los dedos y que, con el tiempo, forman espacios geográficos delimitados donde el color está en la acción de imaginar, y la imaginación en el terreno de los detalles. Su tiempo es la pura pausa entre pinceladas y la continuación de ellas sin pensar.

Lo que pintamos debe tener que ver con lo que vemos, o nos cruzamos. O idealizamos. Este mundo es obra de la vecindad de alrededor. Lo forman yendo de acá para allá las simples caras de gente con que nos cruzamos en lo cotidiano.

Un taller de pintura es un espacio vivo, de encuentro con el material y un acto propio. Se abraza el coqueteo con el gesto amateur y con el encanto que aquellxs que se sienten segurxs de sus movimientos. La claridad de las decisiones tomadas y también lo que hacemos porque sí, sostienen la pintura.

Lo que generalmente vemos es un pintor ensimismado en su taller. Pero un taller puede no ser una fábrica, impregnada de vapor y gestos repetitivos. Algo sucede cuando la acción de pintar se comparte. Hay unx otrx que se parece a mí pero no soy yo. Propongo en este taller diluir lo íntimo y en grupo retomar la duda en las mezclas y la charla sobre esas mismas dudas. El resultado de los encuentros no son más que pinturas. El resultado serán algunas tardes.